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Los hilos de los cuidados
He tardado más tiempo del que quería en escribir estas líneas; entre otras cosas, porque la lectura de un breve libro sobre el tema se ha alargado más de lo previsto. Me ha parecido interesante y muy necesario, además de oportuno, lo que Felix Arrieta Frutos dice en Zaintzaren hariak (Los hilos de los cuidados, en castellano).
Es de esos libros que conviene leer con el lápiz a mano, y dejo por aquí abajo algunas de las ideas más reseñables de las que he subrayado.
La ley sobre Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma Vasca (CAPV) se aprobó en 1982 (en Navarra ya hay dos: una de 1983 y otra de 2006) y, según la misma, el reparto competencial afecta al Gobierno Vasco, a las diputaciones y a los ayuntamientos.
En el 2006 vino la Ley de dependencia, la cual estableció una serie de derechos en cuanto a subvenciones y servicios. Partiendo de esa ley, las comunidades autónomas aprobaron nuevas leyes para recoger derechos subjetivos (CAPV, en 2008, Navarra, en 2006).
Los cuidados se están convirtiendo en un problema cada vez mayor para el Estado de Bienestar, sobre todo tras la crisis de 2008. Ello «supuso la pérdida de la centralidad del Estado o del sector público (…) es el mercado el protagonista principal, junto con el Tercer Sector».
¿Quién provee las necesidades de cuidados? El estado, el mercado, la familia, el tercer sector y la comunidad.
Superada ya la barrera de los 40 años, Arrieta piensa que ha llegado el momento de repensar los servicios sociales y de salud, porque la ciudadanía (vasca) está, estamos, perdidos en la madeja tejida por los tres niveles administrativos arriba señalados. Y no sólo eso.
Prevé tres procesos, tres discusiones: en el Parlamento (vasco), entre las instituciones y entre los diferentes actores. Con la idea de que la competencia quede en manos de una única institución; en la CAPV, debería ser el Gobierno Vasco.
En la última parte del libro, señala los retos que tenemos por delante:
- El principal es el de género. Arrieta señala que el movimiento feminista tiene ya encima de la mesa varias propuestas y análisis.
- El segundo es el de la desfamiliarización. «No podemos condenar a más generaciones a ser el bocadillo de los cuidados entre las personas mayores y las niñas y los niños».
- La anteriormente citada nueva institucionalización.
- Y todo ha de suceder a nivel local: «debemos recuperar las plazas públicas (…) crear comunidad».
En la entrevista que le hizo Arantxa Iraola, hay una idea que también quiero traer aquí:
Hay que tener en cuenta que el ámbito de los cuidados puede ser un sector económico importante, potente: pueden crearse buenas cooperativas, tener a la gente trabajando en buenas condiciones, pero eso supone que, aparte de las subvenciones, se dé la oportunidad de formular el ámbito de los cuidados de otra manera.
La Fundación San Juan de Zestoa
Gari Araolaza me habló de la Fundación San Juan de Zestoa. Me dejó en Twitter un enlace con una entrevista a su director, Joseba Illarramendi (Zestoa, 1974), y a una psicóloga del centro, Saioa Lasa (Azpeitia, 1978).
No es una entrevista reciente: se publicó tras el encierro de la pandemia, allá por junio de 2020. La hizo Mikel Zubimendi: «Koronabirusak ez dakigu hilko dituen, baina tristurak azkenean…».
Además, Gari me dijo que Illarramendi fue músico de Lin Ton Taun. Como botón de muestra de ello, y de que las cosas se pueden hacer de otra manera, una de las residentes, Ángeles Jiménez, cumplió 100 años a finales de marzo. Como le gusta bailar, lo hizo al ritmo marcado por el acordeón del director.
La primera pregunta del periodista es sobre la tremenda confusión que hay en este ámbito. Contesta Illarramendi:
Así es. Hay muchas cosas aquí. Nosotros somos una fundación privada, sin ánimo de lucro. Somos contemporáneos de las «misericordias» que había en los pueblos hace 100 años. En los comienzos quienes prestaban el servicio eran casi siempre monjas. En este recorrido de 100 años ha sido también guardería infantil, hubo refugiados políticos durante la guerra, esta casa ha cumplido diferentes funciones.
Algunas fundaciones privadas como la nuestra, unas desde el principio y otras por dificultades económicas, fueron asumidas por los ayuntamientos, se hicieron públicas. Pero, ¿qué se ha convertido en público? Muchas veces solamente el edificio. Hay mucho jaleo. Nosotros hemos continuado siendo una fundación privada. Otras entraron en la red pública. Ahí está la clave, a comienzos del 2000. Luego, las residencias que eran municipales las integró la Diputación Foral de Gipuzkoa en Kabia, un organismo público.
Nosotros nos hemos quedado fuera, como institución privada. Pero detrás de todo esto hay otro debate. Aunque todas las instituciones sean públicas, todos los servicios son subcontratas. Mucho jaleo y la gente se pierde. La residencia San José de Azkoitia es pública. Sí. Pero toda la gestión está en manos de Biharko, todos los trabajadores están subcontratados, todos los servicios. Ahí está la clave.
Por ejemplo, en Zumaia, en la residencia San Juan, con unos inicios iguales al nuestro, fue adquirida por el Ayuntamiento, entró en Kabia (Diputación) y San Juan es público. Sin embargo, ¿quién está detrás de la gestión y del día a día? Florentino Pérez, el magnate que dirige el Real Madrid. Todo el dinero, dinero que es público, ¿adónde va? Y dices: «¡Joder! ¿Esto qué es? ¿Público él, privado yo?». En este sector hay muchos intereses lucrativos. Muchos piensan que aquí hay negocio asegurado.

Sobre la necesidad de poner los cuidados encima de la mesa, dice Illarramendi:
Creo que ha llegado el momento de poner el tema de los cuidados encima de la mesa de una vez, y eso hay que hacerlo a nivel político. Hacen falta decisiones serias para que este sector esté en el lugar que se merece, hay que tirar hacia adelante desde el punto de vista del reconocimiento público y de las condiciones laborales, sobre todo con la cuestión de los ratios. Aquí hace falta personal, se necesitan muchas manos.
(…)
Si al cuidado de las personas mayores se le da el punto de vista del negocio, la perversión es tremenda. Aquí el 85% del gasto es de personal. Aquí no hay máquinas. Tenemos cerca, aquí mismo, a los fondos de inversión que vienen a ganar dinero. Nosotros tenemos muy claro que eso no puede ser así. Jugamos con dinero público y con el dinero que pagan los propios usuarios. Ese dinero tiene que estar para ofrecer el mejor servicio, y para ello la trabajadora (el trabajador) ha de estar bien, lo mejor que se pueda, al menos.
(…)
Se está potenciando la mercantilización. ¿Cuál es la dinámica? Aparentemente, es pública y luego se sacan los servicios a concurso. Y a esos servicios te viene cualquiera, últimamente a ganar dinero de manera clara y sin vergüenza alguna; si eso no se blinda, entra cualquiera, cualquiera.
La Fundación San Juan tenía, en junio de 2020, 36 residentes en la residencia, 15 en el centro de día y 8 en los pisos. Se ocupan de ellos 45 trabajadoras y trabajadores.:
Somos pequeños y vamos a contracorriente, pero también queremos aparecer como referentes, y demostrar que se pueden hacer las cosas de otra manera. Al hilo de esto, en cuanto a gestión, somos los únicos en la CAPV que tenemos Premio Vasco de Oro a la Gestión Avanzada, la única entidad en el sector. Eso significa que decimos las cosas alto y claro, pero que también hacemos bien las cosas. Detrás de eso, hay mucho trabajo, en cuidados, con las familias, con la sociedad. Nosotros nos situamos directamente en hacer país, somos parte de este pueblo. Y nuestra vocación, desde su nacimiento, es esa.
Como sociedad urge ponerse a pensar y a debatir en serio sobre esta cuestión.