Sábado por la mañana. Mi madre tiene cita a las 10:00 en la peluquería. La dejo allí y me voy a dar una vuelta por Irun.
10:00
Es la primera vez que dejo a mi madre en la peluquería. Está en transición, estamos en transición. Porque ahora ya no tiene la seguridad de antaño para andar sola por la calle. Gajes del oficio de cumplir años.
La peluquera me ha parecido una crack. Hay otras dos clientas de la edad de mi madre y tiene conversación para todas, sin perder la sonrisa.
10:15
He pillado un par de periódicos en el kiosco de Lali, pero luego apenas los he (h)ojeado. Esta mujer es una institución, antes en su kiosco de Urdanibia, ahora en el que tiene en la plaza San Juan (Genaro Echeandia?), pegado al Paseo Colón.
10:30
Hoy es día de mercado en Mosku, Plaza Urdanibia (Por cierto, Femin cita a Lali en la canción).
Paseo por los puestos de la plaza.
Abro paréntesis. Me he acordado de aquella de Juan Antonio Lecuona: «Paseando entre el ganado, saludamos al señor alcalde». Cierro paréntesis.
Y en una de estas me encuentro con un primo al que hacía tiempo que no veía. Hemos repasado temas varios en diez minutos apresurados. Coge las compras y se dirige hacia casa andando. Tiene tres o cuatro kilómetros de camino. No tiene coche, no se ha subido a un autobús urbano los últimos treinta años. ¡Ah! Tampoco le gustan las bicicletas.
Pocos metros después me encuentro con otro primo que pasea con su hija pequeña y su mujer.
11:00
Decido entrar al Gaztelu de la plaza San Juan y pedirme un cortado.
Pago y me siento mirando a la plaza por uno de sus grandes ventanales.
Como en muchos sitios, sobra la mala música y las máquinas tragaperras. En estas últimas, dos hombres van a permanecer hipnotizados el cuarto de hora que paso en el bar.
He reconocido a un camarero de toda la vida y también me suena la camarera. El tercero no.
Por lo demás el ambiente es tranquilo. Dos jubilados hablan entre ellos con alguna intervención jocosa de uno de los camareros.
Un par de matrimonios talluditos se comen un pincho con la bebida correspondiente.
En la terraza de la plaza hay una mesa de siete. Un jovenzuelo lleva una zamarra del Bidasoa de balonmano. Hay un hombre sentado solo dando cuenta de una tortilla de patatas y una cerveza. En la esquina una mujer lee un periódico con una taza de café a mano.
Cuando a eso de las 10:15 he pasado por la plaza camino de Mosku, había un par de miembros de Irungo Harrera Sarea, si no recuerdo mal, con un grupo de seis migrantes africanos. La red ciudadana monta un puesto de información todos los días a las 10:00 de la mañana.
Siguen los seis migrantes, pero ahora son cinco las y los voluntarios, todos ellos sentados alrededor de las mesas. La víspera la policía francesa entró en una iglesia de Urruña y detuvo a un grupo de migrantes. Los derechos humanos una vez más por los suelos.
11:30
Es la hora de recoger a mi madre. Llego un minuto tarde.
No sé quién ha embotado atún y la peluquera le ofrece varios botes a mi madre. Es ya costumbre de unos años para acá.
Después de pagar el atún, le cobra 19 euros por cortar, lavar y peinar. Me parece muy barato. Además se ha pasado hora y media hablando de sus cosas con las señoras allí congregadas.
Eso sí que es hacer comunidad, Estela.
12:00
Cerca de casa paramos en un par de tiendas para comprar huevos, pan y algunas cosas más. Allí también habla con la concurrencia.
13:00
Dejo a mi madre en casa y vuelvo a la mía con todas estas cosas en mi cabeza.
Buelta bat Irundik barrena, apunte hau euskaraz.
Subido originalmente al blog Pedradas en las Voces Amigas de Javier Ortiz: Una vuelta por Irun.