Antes que nada, un recordatorio: hoy se cumplen nueve años del comienzo del derribo del gaztetxe Kortxoenea. Nueve años ya.
Beltxarga beltza Valentzian, apunte hau euskaraz.
Pero yo quiero ir un poco más atrás. Concretamente al comienzo de la década de 1990. Una visita a San Sebastián de Juan Carlos I, padre del actual rey de España.
Como representante del diario El Mundo, nuestro querido Javier Ortiz estuvo en la recepción que organizaron en el palacio Miramar. En aquella época era fumador, y salió al jardín a echar un cigarro. Desde aquella altura se escuchaban las sirenas policiales y se veían las nubes de humo debido a los incidentes que la visita real había traído consigo.
Javier se encontró con otra persona en los exteriores del palacio. Le comentó a su interlocutor que a qué se debía la visita del Borbón: ¿no era consciente del caos que iba a provocar?
Ya de nuevo dentro, alguien le debió de preguntar qué le había dicho a Sabino Fernández Campo. A la sazón, el jefe de la Casa Real en aquel momento.
Javier contaba esta anécdota – y otra que no viene ahora al caso- para ilustrar lo despistado que podía llegar a ser.
Lo mismo que le soltó Ortiz a Fernández Campo me ha venido a la cabeza al ver por televisión la visita al pueblo valenciano de Paiporta de los reyes actuales, acompañados de los presidentes Sánchez y Mazón. ¿Qué pensaban? ¿Que les iban a aplaudir?
El título del blog me ha venido de la lectura matutina de la columna de Enric Juliana en La Vanguardia: Un cisne negro, negrísimo.
Copio aquí el primer párrafo:
«Se llama cisne negro a un acontecimiento sorpresivo que altera el orden de las cosas; un suceso inusitado de gran repercusión social, por tanto política, que tiende a ser racionalizado de manera retrospectiva como algo que podía haber ocurrido. El ensayista y financiero libanés Nassim Taleb, autor de una trilogía sobre la incertidumbre, ha sido uno de los grandes divulgadores de esa metáfora. Lo que ha ocurrido en Valencia es un cisne negro».
Y hablando de cisnes negros, he caído en la cuenta de que el grupo navarro Ibil bedi tiene un álbum que se titula Beltxarga beltza. Es decir, el cisne negro en euskera.
Esta semana he dejado en un estado de impasse mi cuenta en Twitter. He borrado la aplicación del teléfono y me doy un tiempo para pensar qué hacer. Llevo ya casi diecisiete años en esa plataforma y para mí es, o ha sido, un sitio importante para ordenar mis fuentes de información. Pero ahora mismo la cosa está muy malita ahí y tiene pinta de que se va a liar más. Desgraciadamente.
Mientras tanto, he abierto un perfil en Linktree para que sepáis por dónde ando.
«Esto ya se sabía!», increpan al Rey y a los presidentes en Valencia. Pues…no, me temo que NO se sabía. En Málaga, donde soy, dan varias alertas rojas al año y nos vamos con las manos vacías (sequía). Olviden las tonterías que le contó su profesora de historia, la primera guerra mundial, fue todo un cisne negro. No así la segunda, el ambiente del mundial 1938 era muy chungo. El 23 F, el 11 M, el 11 S, incluso la muerte de Paquirri fueron Cisnes negros.
Por segunda vez, Donald Trump ha hecho papilla todos los manuales sobre «Cómo llegar a ser presidente de los Estados Unidos». Te dirán que «Ya se sabía», pero no te engañes: Donald Trump es el mayor Cisne negro de la historia de la política mundial.
Yo no me he ido de X pero llevo bastante tiempo en Mastodon también. Bsky me parece una huida hacia delante. Una copia literal de Twitter, en cada uno de los detalles, con algoritmo igualmente. Sin publi y meno trolls de momento, eso sí