Esta semana ha habido una mesa redonda en el Colegio de Médicos de Gipuzkoa: «Cuando se decide morir: Cómo afrontar la eutanasia en residencias».
El viernes recogí en el portal de casa la revista Irutxulo y el periódico Gipuzkoako Hitza. No levanté la vista de la última página y me quedé leyendo en la marquesina a la espera de la llegada del autobús.
Mikel Baza es médico de familia y en febrero ayudó a morir a una mujer llamada Pilar. Este es el enlace con la entrevista que le hizo Miren Garate: «Laguntzea onartu nuen, ofizioaren parte delako mina arintzea».
Hoy sábado Arantxa Iraola completa el cuadro con una crónica del acto en Berria: Pilar, agendan eguna hautatzen.
Otra persona que ayudó a Pilar, la psicóloga Soraya Pérez Rebollar, también estuvo en la mesa. Así como la psiquiatra Blanca Morera, vicepresidenta del Comité de Ética Asistencial del Hospital Universitario de San Sebastián. El encuentro lo organizó Aubixa Fundazioa dentro de un ciclo titulado Elkarrizketa-Talks.
Aquí tenéis la traducción de la entrevista a Baza.
«Acepté colaborar porque aliviar el dolor es parte del oficio»
Miren Garate: Has participado en la mesa redonda organizada por Aubixa Fundazioa. Lo has hecho desde el punto de vista del médico.
Mikel Baza: He participado junto con la psicóloga Soraya Pérez, porque atendimos conjuntamente una solicitud de eutanasia. Era una mujer que se llamaba Pilar, tenía 68 años y vivía en una residencia. No soy experto, fue mi primera experiencia como médico, pero me ofreció varios elementos para reflexionar, y es esa la experiencia que conté. Fueron la propia Pilar y su familia quienes nos pidieron que informáramos de este caso, porque piensan que puede servir de ayuda para otras personas.
Miren Garate: ¿Qué puedes contar sobre Pilar?
Mikel Baza: Pilar tenía diagnosticada una enfermedad degenerativa desde que era joven. Como [la enfermedad] era muy rara, se pasó toda su juventud de médico en médico, hasta encontrar el nombre y los apellidos de la misma. Es una enfermedad que provoca fuertes dolores de cabeza. Tenía media cara deformada, y ahí había también una vivencia previa muy dura durante largos años. Hace un año, tuvo un ictus, y como consecuencia de ello, su dependencia era casi absoluta, estaba en un estado muy grave. Perdió la movilidad de una pierna y de un brazo, y necesitaba ayuda para levantarse, cambiarse, ir al baño, etcétera. Tenía también grandes dificultades para hablar.
Miren Garate: ¿Hizo la solicitud de eutanasia después de sufrir el ictus?
Mikel Baza: Previamente, ya le había dicho a la familia que si sufría un patatus, que la dejaran en paz, que no hicieran nada. Se daba cuenta de que su enfermedad le acarreaba cada vez una mayor dependencia. Lo solicitó cuando estaba hospitalizada, pero nadie le respondió. Le ofrecieron la rehabilitación en el hospital; puede que su movilidad mejorara, pero no quería. De allí se fue a una residencia, y volvió a hacer la petición.
Miren Garate: ¿Cómo te llega a ti el caso de Pilar?
Mikel Baza: El médico que le correspondía no estaba dispuesto. La dirección del OSI me pidió ayuda, y acepté. Tenía conocimiento de la ley, y para entonces ya había hecho un curso. Creo que los médicos que estuvieron antes que yo no eran verdaderos objetores, pero tenían dudas o miedo. No estamos preparados para ello. Yo acepté, porque creo que es parte de nuestro oficio quitar o aliviar el dolor, y sitúo en este contexto el caso de Pilar.
Miren Garate: ¿Cuál es el papel del médico en una situación así?
Mikel Baza: Pensé que como no la conocía, no era mi paciente, sería más fácil. Pero no ha sido así. Me convertí en el médico de referencia de Pilar. Mi función consistía, en primer lugar, en conocer y entender su historia, tener conocimiento de su sufrimiento. La propia ley así lo exige. Pero en estos procesos, además del médico de referencia, hay otras figuras: un médico consultor que no ha atendido a la paciente, un comité…
Miren Garate: Conforme a la ley, hay que cumplir dos requisitos principales para aceptar una solicitud de eutanasia: padecer una enfermedad en fase terminal o una enfermedad incurable que limite la autonomía física. En la mesa redonda, os centrasteis en las residencias. Se puede pensar que puede haber un número importante de personas mayores en una situación semejante.
Mikel Baza: Los cuidados paliativos son cada vez más amplios y compatibles. El sufrimiento ligado a la vejez está ahí y, como sociedad, tenemos dificultades para dar respuestas adecuadas a esas necesidades. El dolor es un ejemplo. Hay muchas personas mayores con dolores crónicos. Están limitadas, no tenemos respuestas para todos los problemas. Pero no creo que haya muchas peticiones de eutanasia, porque estamos hablando de algo que va más allá: que tu vida pierda todo el sentido. Hay que analizar los casos uno a uno. En la residencia, al lado de Pilar, había una mujer con esclerosis lateral amiotrófica, pero ella aún tenía ganas de vivir. El papel del médico consiste en acercarse, a ser posible sin prejuicios, escuchar y tratar de entender la historia de esa persona.
Miren Garate: Pilar murió en una residencia de personas mayores. ¿Qué particularidades tiene eso?
Mikel Baza: Una de las peticiones de Pilar era que no quería que la movieran del sitio en el que estaba, y en la residencia no tuvimos ningún problema. Para algunas personas, las residencias son su casa, pero tienen unas condiciones particulares; por ejemplo, no hay la intimidad que puedes tener en casa. Y en las residencias también hay que hacer un esfuerzo para mantener la confidencialidad, igual que en casa.
Miren Garate: ¿Cómo se tomaron la decisión de Pilar el resto de residentes?
Mikel Baza: Pilar no quería que todos lo supieran, y nos esforzamos en ello. La dirección sí que estaba al tanto, pero no todo el personal. Pilar se lo contó a varias personas. Al principio, su familia tampoco lo entendía.
Miren Garate: ¿Hay que hacer también ese trabajo con la familia?
Mikel Baza: En el proceso de deliberación, hay que hacer formalmente dos peticiones, separadas en el tiempo, y en cada paso se dice que está la posibilidad de echarse para atrás. En el caso de Pilar, llegaron las navidades y paralizó el proceso. Sus padres murieron unas navidades, y eran fechas negras para la familia. Fue una señal de respeto para las hermanas, entendieron y apoyaron la decisión de Pilar. Soraya [la psicóloga] tiene relación con ellas. Tienen el duelo de la pérdida, pero están tranquilas, y muy agradecidas. Con las familias también hay que hacer un trabajo; no quieren perder a su familiar, pero al final entienden que esa es la forma de aliviar el sufrimiento.