El 14 de diciembre de 2024 dijo adios a los escenarios Txiki. Lo hizo en la casa de cultura de su barrio: en Lugaritz Kultur Etxea. Recién cumplidos los 44, se ha pasado la mitad de su vida llevando su humor underground en euskera por todos los rincones de Euskal Herria. Entre 800 y 900 bolos. Ahí es nada.
Oholtzari agur Txikik, apunte hau euskaraz.
Como he dicho, Ion Martinez Esnaola convocó a la peña en Lugaritz y las entradas, que salieron a la venta a primeros de gasto, se despacharon con relativa facilidad: colgó el cartel de no hay billetes hace ya unas semanas.
Como las reuniones de portal, la primera convocatoria fue a las 19:00 horas. Para entonces ya estaba montado un espacio para hacer fotografías de recuerdo. Eso que dicen ahora photocall.
He buscado una entrevista, publicada en Berria el 19 de noviembre, hecha por la periodista Iratxe Muxika Karrion: «Txikiren alde onak biltegian gordeko ditut, behar denean ateratzeko». Traduzco:
Si quieres que te diga la verdad, veo la última función tal y como una pareja se imagina su boda. Grande, hermosa. La estoy montando con mimo e imaginación.
Mientras se abría la sala principal, la gente pudo charlar y tomarse un vino, una cerveza o un refresco.
En la parte de abajo del centro, en la antesala, un dúo abrió la noche de Txikiren azken istantea lagunekin: ayudados de sus guitarras, Beñat Physis y Unai Pelax interpretaron dos temas.
Ocuparon su lugar Xendarineko Ahizpak. Las hermanas Karine y Aline Etcheverry cantaron, a capella, otras dos canciones.
Fue entonces cuando nos invitaron a entrar a la sala principal. Nada más sentarnos, apareció entre las cortinas Jon Plazaola: nos dijo que había venido a certificar que, efectivamente, Txiki decía adiós. Recordó un bolo de los inicios. Creo que en Urretxu. Vio con sus propios ojos como alguien lanzó una sanmiguel vacía al escenario. Lo cual corroboró inmediatamente alguien de entre el público. Añadiendo que él también estaba allí.
Creo que mantuvo el esqueleto del show con el que ha girado este 2024, pero con el añadido de varios invitados especiales: dos sobrinos (la chica tiene dotes para seguir el camino de su tío), Mursego (apareció dos veces, la primera a capella con Unai Pelax) y Mixel Etxekopar.
Por problemas prácticos que no vienen al caso, me perdí a Jurgi Ekiza y al cantante de Etsaiak (Auo). Hay un breve vídeo de esta última actuación.
La cosa debió de seguir en una sociedad del Antiguo, alrededor de una mesa. Qué paso a partir de entonces lo sabrán quienes estuvieron y se quedaron.
Se va una parte de Ion Martinez Esnaola. Pero Txiki tiene también otra vertiente que conviene resaltar aquí y ahora: ni sabe él cuántos bolos ha organizado en el barrio. Porque ha pringado al estilo de las generaciones anteriores: a la vieja usanza.
En la entrevista arriba citada, Iratxe le pregunta cuáles serían sus últimas palabras en el escenario:
Qué importante es la cultura y la lengua en nuestro pueblo; para mí, ha sido imprescindible, tanto como artista como espectador. Y tengo la sensación de que se nos está olvidando. Quisiera transmitir lo relevante que es llenar los escenarios y las butacas, pero no solamente las del BEC y el Kursaal. Hay que cuidar la cultura en euskera, y también hay que cuidar a las y los artistas de nuestro nivel
Amén.