Esta semana hemos tenido EITB maratoia. Para quienes no viváis en el País Vasco, un maratón caritativo del grupo EITB. He conseguido no ver prácticamente nada relacionado con ello, pero ha sido más difícil salvar ese escollo en la radio, porque Euskadi Irratia forma parte de mis rutinas diarias.
Gastua non murriztu aukera ideologikoa da, apunte hau euskaraz
No tengo seguro médico privado. Aposta. Pero a veces es obligado acudir a una consulta privada médica.
La pasada primavera tuve problemas en las cervicales. Le consulté a un amigo que trabaja en ese sector y me aconsejó que acudiera a un traumatólogo de un hospital privado. Entré al edificio, subí las escaleras hasta el piso correspondiente, pasé el control y estuve con el médico. Me dijo que era necesaria una resonancia magnética. Creo que tuve que pagar previamente la consulta, pero no estoy totalmente seguro. 120 euros.
Finalmente no fue necesaria la resonancia y la cosa quedó ahí, porque me recuperé.
Hace un mes más o menos comencé con unas molestias en la rodilla izquierda. Mi fisioterapeuta de confianza me recomendó que acudiera a un traumatólogo. Pedí cita en una consulta privada. El médico me aconsejó que era necesaria una resonancia magnética para valorar mejor cuál era el problema. Pagué la consulta más tarde, ya en casa, a través de una transferencia bancaria. 100 euros.
Acudí a otro edificio cercano al centro en el que estuve y me dieron cita para hacer la prueba el día siguiente. 350 euros.
Ya he recibido el informe y estoy a la espera de una nueva consulta con el traumatólogo la próxima semana. A veces, la segunda consulta es algo más barata. Prepara 100 euros, por si acaso.
Vayamos a Osakidetza ahora. A una persona cercana le duele la muñeca. Es un dolor llevadero y tiene diagnóstico. Por si acaso, la médica de familia nos recomendó una visita al traumatólogo. Nos dieron hora para marzo de 2025.
En este contexto, me pone de muy mala leche saber que EITB Maratoia ha recaudado 700.000 euros. Una espectacularización desesperante cuando todo el mundo sabemos que detrás de todo hay montado un negocio de padre y señor nuestro con la sanidad, con el añadido de que a las puertas de la Navidad la gente no quiere ser tan repugnante como Elon Musk.
De todas maneras, conviene saber también que hace unos años descontaron los gastos de producción del dinero recaudado. No sé, ni me interesa, saber qué sucede ahora.
Vayamos ahora casi 30 años hacia atrás. En julio de 1996, José María Aznar acababa de llegar al gobierno. No os voy a contar lo que pasó hasta marzo de 2004. Tengo fijada en mi cabeza una columna que Javier Ortiz escribió por aquel entonces: Todos tenemos una caja única.
Destacaré algunas ideas:
“Cuando un grupo humano afronta un problema, quien consigue que los demás admitan su modo de formularlo logra ya una victoria que es clave: se asegura de que nadie busque soluciones fuera del terreno que él ha delimitado previamente.”
“Por ejemplo: el Gobierno de Aznar ha conseguido que la opinión pública acepte, como si fuera la cosa más natural del mundo, que la rentabilidad —su idea específica de la rentabilidad, mejor dicho— debe pesar en la determinación política como criterio prioritario.”
La clave viene poco después: “Determinar de dónde se recorta gasto y de dónde no es una opción ideológica; no técnica.”
En resumidas cuentas, dicen que llueve, pero nos están meando.