Pablo Gonzalez kazetaria 14 hilabetez Polonian bidegabeki preso, apunte hau euskaraz
El viernes 28 de abril se cumplen 14 años de la muerte de Javier Ortiz. Y ese día llevará 14 meses en prisión el periodista Pablo González y, además, cumplirá 41 años. Todo 1 y 4. O 4 y 1. 14 + 14 = 28.
El fin de semana vi y escuché la intervención de la mujer de Pablo, Oihana Goiriena, en un acto en homenaje al periodista José Couso. He transcrito la serena pero contundente intervención de esta mujer coraje.
Intervención de Oihana Goiriena
En primer lugar, quiero agradecer a David y a la familia Couso que nos invitaran a este acto en homenaje a José. Me siento muy honrada, y así se siente también mi marido Pablo González.
Como sabéis, Pablo es un nieto de un niño de la guerra evacuado a Moscú cuando estalló la Guerra Civil en España. Por eso él nació en Moscú. Pero desde los 9 años ha vivido y crecido en España. Habla ruso porque es su lengua materna y porque se licenció en filología eslava, justo antes de cursar los estudios del máster en periodismo multimedia para El Correo de Bilbao.
Él es un periodista freelance, independiente, experto en el análisis político-social de los países que conforman el espacio postsoviético.
El 24 de febrero (de 2022), cuando estalló la guerra, marchó corriendo a Polonia, a cubrir la llegada de refugiados ucranianos. Cuatro días después lo detuvieron, el 28 de febrero. Han pasado ya casi catorce meses.
Este 28 de abril, viernes, se cumplen catorce meses de su detención. También es, por cierto, su cumpleaños, el segundo cumpleaños que cumple en la cárcel.
Cuando lo detuvieron, nos dijeron que tenía que pasar tres meses en prisión preventiva en espera de juicio. Casi catorce meses, y cuatro prórrogas de la prisión temporal después, sigue en prisión. Y siguen sin presentar nada, ni cargos, ni pruebas. Por eso, ante esta indefensión, y ante el silencio de la mayoría de los medios de comunicación, salvo excepciones de algunos periodistas y de algunos medios como Público, aquí presente; ante esta indefensión, digo, ante esta falta de empatía hacia él, sus amigos, su familia y sus compañeros de máster decidimos crear la asociación FreePabloGonzález y el sitio web freepablo.com. A través de estas herramientas hacemos pequeñas campañas en redes e intentamos darle voz, ya que él no puede hablar.
Qué pedimos
Al Gobierno de España no le pedimos que defienda a Pablo, eso ya lo harán sus abogados. No pedíamos tampoco una declaración pública oficial de puesta en libertad inmediata, porque pensábamos que sería excederse en sus competencias, pero con mucha frustración y con mucho agravio hemos visto que el Gobierno de España sí puede hacer eso: tiene potestad y competencia, lo que no tiene es voluntad.
Lo que sí pedimos al Gobierno de España es que ejerza suficiente presión política y diplomática sobre Polonia para que a Pablo se le respeten derechos tan básicos, tan mínimos, tan humanos como el derecho a las visitas y el derecho a hablar por teléfono con sus hijos. Porque catorce meses después, Pablo sigue sin tener derecho a hablar por teléfono con sus hijos, tres chicos menores de edad que llevan, como digo, catorce meses sin oír a su padre y sin entender lo que pasa.
Las instituciones polacas no tienen ninguna prisa en resolver la situación de Pablo.
Tardaron casi dos semanas en asignarle una abogada de oficio, que renunció inmediatamente.
Tardaron ocho meses en autorizarle la primera y, hasta ahora, única visita, la mía.
Tardaron un año en reconocer a su abogado la competencia para actuar en su caso.
Tardaron un año en interesarse, en preguntar a España si Pablo tiene realmente nacionalidad española, cuando le han otorgado asistencia consular.
Lo que no se ha resuelto todavía después de catorce meses es bastante más largo: no se han presentado pruebas, no se han presentado cargos más allá de la acusación genérica de espionaje. Y así seguimos. Catorce meses después.
Palabras de Pablo en recuerdo de Couso
Ayer el cónsul de España en Varsovia realizó la undécima visita y, gracias a él, me han llegado unas palabras de Pablo directamente:
Como estudiante universitario participé en protestas contra la guerra sin ser consciente de que yo mismo acabaría como periodista informando de un conflicto, una guerra, algo terrible. Viví con indignación la muerte del compañero cámara José Couso, asesinado por las tropas estadounidenses, lo cual muestra lo importante que es la información desde zonas de conflicto, que podamos formarnos una opinión que nos ayude a tomar decisiones lo más correctas posibles. Por ello, defiendo el derecho a la información, el derecho a la opinión, diferente a la que nos dicten los estados, sus servicios de opresión o las corporaciones. A día de hoy es difícil distinguir donde acaban los intereses nacionales y donde empiezan los corporativos, y viceversa.
La muerte de José Couso, y la de otros muchos compañeros en diferentes lugares y conflictos, o mi encarcelamiento, deberían servir, o al menos eso quiero creer, para que nos demos cuenta de la necesidad de los periodistas, de más libertad.
Saludos y recuerdos a la familia, allegados y amigos de José. Espero en un futuro cercano decir todo esto en persona, y no sólo mediante carta, con un agente mirándome mientras dicto estas palabras.
Un mundo diferente, un mundo mejor es posible.
Con estas palabras me ha venido a la cabeza el poema Galtzetan gordetzeko koplak de Joseba Sarrionandia, al que le puso música Ruper Ordorika. Poema escrito en la cárcel de Puerto de Santa María a comienzos de la década de 1980.