Hay convocadas manifestaciones este sábado en Bilbao, Donostia y Vitoria
Comencé con un dolor de oídos el 5 de abril. La cosa empeoró algo el día 6, jueves santo.
Era periodo vacacional y, a pesar de que estaba en casa, en vez de ir a Osakidetza (Servicio Vasco de Salud), opté por ir a una farmacia. La farmacéutica me dijo que el oído es un tema serio y que, antes de comenzar a tomar cualquier cosa, conviene tener un diagnóstico. Que fuera, por ejemplo, al Punto de Atención Continua (PAC) de la calle Bengoetxea de San Sebastián.
Como el jueves 6 de abril me presenté pasadas las 9 de la noche, solamente había enfermeras atendiendo el servicio. Me dijeron que habría médico a partir de las 9 de la mañana del día siguiente. De todas maneras, la enfermera me auscultó y me dijo que sí que había algo, pero que ella no era capaz de dar un diagnóstico.
El viernes día 7 estaba allí a las 9 de la mañana. El médico me vio y me dijo que tenía una infección en el oído externo. Me recetó unas gotas durante cinco días.
Me tocó cambio de turno y, mientras esperaba, las trabajadoras comentaban entre ellas que el sábado no había médico.
Estuve todo el día por ahí, concretamente en Bilbao, y llegué a casa hecho polvo.
El sábado aguanté medianamente bien, pero el domingo empecé a toser.
Me hice una prueba de antígenos el lunes y el test dijo que era positivo. Covid.
El martes curré y la semana fue discurriendo más o menos bien, quitando algunas décimas, ponerme la mascarilla en espacios compartidos cerrados y poco más.
Pensaba que ya estaba recuperado y este martes, día 18, conseguí cita a las 16:10 con mi médico de familia. Mi idea era saber si tenía o no un tapón.
Estuve esperando una hora, porque el médico estaba sobrepasado: además de echar una mano a la médico que estaba en la otra consulta, es un profesional que le dedica el tiempo necesario a cada paciente. No me fijé si estuvo atendiendo urgencias, pero sí que le he visto hacerlo otros días.
Cuando entré en la consulta, estaba fuera de sí. Tenemos cierta confianza y me volvió a repetir que todo se ha ido a la mierda. Que no nos enteramos de nada, pero que el sistema de salud de cercanía se ha ido a la mierda, resumidamente.
Le dije que había convocada una manifestación el sábado. Me respondió que no valen para nada. Pero acto seguido me dijo que en su pueblo hubo una convocatoria y se juntaron cuatro gatos. Por tanto, las manifestaciones, si son concurridas, sí que sirven para algo.
«¿Quién querrá ser médico de familia en estas condiciones? ¿Quién? Dentro de unos cuantos años, cuando nos retiremos nosotros, nadie».
Con respecto a mí, el diagnóstico empeoró: lo que estaba en el oído externo, pasó al medio, y me recetó una buena tanda de antibióticos. Me preguntó que cuando comenzaron los síntomas y, ante mi respuesta, que cómo había tardado tanto en acudir. Le resumí los pasos dados.
Me dio hora para mañana, viernes. «Tráete lectura» me avisó, intuyendo que la espera será larga.
No sé si todo se ha ido a la mierda, pero la actual situación de Osakidetza tiene muy mala pinta. Me cuesta comprar el discurso de quienes dicen que la mala gestión del Gobierno Vasco empequeñece los desastres de Ayuso, pero hay veces que ya no sé qué pensar.
Está claro que el modelo, creado entre las décadas de 1960 a 1990, se ha agotado, pero no sólo en cuestiones sanitarias; igualmente en los cuidados, la educación, la cultura, etc.
Hay convocadas manifestaciones en Bilbao y Gasteiz el sábado a las 12:00. La convocatoria de Donostia es a las 17:00 horas, en el Boulevard.
Allí estaré.
P.S.: ya había escrito estas líneas cuando, a través de un servicio de podcast, me ha llegado aviso de la entrevista de Iñaki Guridi a Amaia Herrarte y Nerea Barriuso. Ambas han pasado el examen del MIR y, aunque tienen buena nota, han decidido elegir la especialidad de medicina de familia. Barriuso es la número 14 de todo el estado español, la primera en elegir dicha especialidad. Creo que se va formar en Gijón. Herrate lo hará en el hospital de Zumarraga.
Nork izan nahiko du familia mediku?, apunte hau euskaraz