Me envían este texto de Marcos Fernández Gutiérrez dedicado a Katxi. Yo no lo conocía, a pesar de que recuerdo haberme cruzado un par de veces con él. Ha fallecido este fin de semana a una edad en que la gente no debería morirse. Lo comparto porque me ha gustado.
Querido Bernardo Santamaría Moro, Katxi
Parece que fue ayer. Cae la tarde en la ribera del Nela. Poco a poco, remite un día de calor. Unos chavales juegan, jugamos, al fútbol detrás de las tiendas. De repente, un monitor se acerca, a toda velocidad, lleno de energía, a hacernos un preciado regalo. A compartir ese momento con nosotros. «¡¡Salta al campo Totò Schillaci, máximo goleador del Mundial de Italia noventaaa!!», exclama, con voz de locutor radiofónico.
Nos dejas miles de instantes imborrables de un tiempo que ya no volverá. Un tiempo de una felicidad pura, inocente, en el que no pensábamos que todo iba a ser tan frágil.
Con el tiempo serías orientador y profe; mi primer jefe (aunque no te reconocerías en esa palabra) en el mejor trabajo que un chaval que está aprendiendo a andar por la vida puede tener; referente, compañero y amigo.
Gracias por enseñarnos a ver el mundo con una mirada tan auténtica como la tuya. Gracias también por animarme siempre a escribir. No se me olvida que tenías mi primer texto medianamente serio colgado en la pared de tu despacho. Casi nunca saco tiempo para escribir, Katxi, pero lo tengo en mi agenda de asuntos eternamente pendientes, y seguro que en buena parte es gracias a ti.
Te vas demasiado pronto. Daba por hecho que la vida nos iba a permitir coincidir más veces, ya en pequeñas dosis, pero que siempre me aportaban alegría y la energía de tu personalidad arrolladora. Ojalá hubiera podido ser así.