El 26 de enero hubo una manifestación entre Irun y Hendaia días antes de un juicio que se iba a celebrar en el Estado francés contra varias personas por ayudar a cruzar la frontera a varias personas migrantes. Estuve allí.
Etorkinak kanpora, apunte hau euskaraz
Al día siguiente mi madre nos dio un susto, pero afortunadamente ya ha pasado. Salvamos la papeleta en febrero como pudimos, y a partir de marzo contratamos como cuidadora a una mujer nicaragüense que lleva ya casi nueve años en nuestra zona. No es la primera.
El día que en Alemania se celebraban elecciones generales, escuché en la radio a una médico siria. Creo recordar que vivía en Berlín, lugar en el que también trabajaba.
Contó, en castellano, en el programa de fin de semana de Javier del Pino lo mal que se lo hicieron pasar algunas compañeras y compañeros en un par de hospitales de Alemania del Este. Habló, obviamente, dolida aún.
La persecución acabó cuando denunció la situación.
Aquel domingo era la primera vez que podía votar. A la pregunta del periodista, dijo en antena que su intención era votar a favor de los socialdemócratas, aunque añadió que no estaba totalmente segura aún.
Como ella, debe de haber 10.000 sirias y sirios que trabajan en el ámbito sanitario en Alemania, si no recuerdo mal eran médicos la mayoría. Más de la mitad tienen ya reconocida la nacionalidad alemana. Si expulsan a esas 10.000 personas, ¿cómo quedaría el sistema de salud en ese país?
Días después vi en una plataforma social una campaña en varios centros de salud y residencias que buscaba mostrar la situación de manera cruda. Es decir, cuántos trabajadores habría si solamente se quedaran los «autóctonos». O, mejor, dicho, cuál sería la situación expulsando a los «foráneos».
Si no estás a favor de que las personas se muevan libremente por el mundo, hazlo por el lado egoísta, porque te conviene. A pesar de que, como muestra el Brexit y Trump, queda bastante claro que hay mucha gente que vota contra sus intereses, utilizando las tripas en vez de la cabeza.